El tiempo y sus trampas

«El reto está en el momento; el tiempo es siempre ahora», James Baldwin

Juan Ángel Martínez
2 min readNov 5, 2021
Mi amigo Marc y yo en el año 2004

Qué tiempos aquellos en los que no éramos conscientes de nada. Qué tiempos aquellos en los que no sabíamos cuánto espacio abarcaba la felicidad. Qué tiempos aquellos en los que éramos ignorantes porque nuestros progenitores nos lo permitían. Tiempos que no volverán, por el bien de todos. Porque si volvieran nos daríamos un golpe de morros con la realidad. Vemos el pasado desde un podio construido a base de supervivencia. Nuestros ojos, inyectados de envidia, miran de lejos el pasado como quien disfruta de un atardecer. Creemos que no fuimos capaces de aprovechar al máximo el tiempo, de leer todo lo posible, de hablar hasta la saciedad o de amar sin límites. ¿Pero acaso existe alguien preparado para estrangular al tiempo y quedarse con su pescuezo? Vivimos envueltos de nubes que nos impiden valorar nuestro trabajo, nuestras vivencias. Una máscara invisible tapa nuestra vista para, así, desubicar nuestros momentos, nuestras historias. Sin embargo, el mezquino paso de los días nos pone a tono. Las hojas del calendario se amarillean y nuestra mente, sin quererlo, empieza a entender que el pasado, como el presente, tenía límites. Y nadie, ni siquiera nuestros pasionales deseos, pueden sobrepasar las fronteras que marca el tiempo.

Mientras que el presente actúa con naturalidad, el futuro espera con ansias su turno. Es tal su fuerza que nuestras mentes le temen. El futuro acosa, y lo hace sin soltar ni una sola palabra. Al igual que la muerte, su pura presencia nos presiona. Nuestras decisiones, demasiado frágiles a veces, esperan su aprobación. Esperan que el futuro, un tiempo digno de admirar por su grandeza, nos diga hacia dónde debemos ir. Y es que al final, por mucho que lo pensemos, nadie sabe nada. Es imposible saber qué será de nosotros, por mucho que nos lo planteemos. Es imposible saber cuándo llegará el amor de nuestra vida, por mucho que lo busquemos. Tampoco es posible saber hasta cuándo viviremos, cómo de felices seremos o dónde veremos caer las hojas del árbol de la vida. Solo nos queda agarrarnos al día a día. Ama, odia, ríe, llora. Tú serás aquello que vivas. Me digo todos los días que todo llegará a su debido tiempo. Darle los buenos días al sol sin pensar en los “buenas noches” a la luna. La paciencia es cara pero el resultado puede convertirse en oro. No sé si uno encuentra todo lo que busca. Lo único que sé es que no queda otra. Al ritmo de la vida nos tropezamos con los problemas para, luego, saber evitarlos. Si buscas la suerte, quizá la encuentres. Si prefieres no seguir jugando con el destino, es probable que pierdas todo lo vivido hasta ahora. Los recuerdos son inmortales siempre y cuando su dueño se encarge de alimentarlos.

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