El Real Madrid de las máscaras

Ancelotti ha confeccionado un equipo competitivo y eficaz, pero que no se libra de las críticas en el tramo clave de la temporada

Juan Ángel Martínez
5 min readFeb 14, 2022
Luka Modric y David Alaba pidiendo explicaciones en Mestalla. Imagen: Footy Headlines

Hoy, 14 de febrero de 2022, el Real Madrid se encuentra en una buena situación deportiva. En enero levantó la Supercopa de España después de 549 días de sequía, sigue líder en el campeonato liguero 4 puntos por encima del Sevilla, quedó primero de grupo en la Champions League (mañana disputará la ida de los octavos de final vs el París Saint-Germain) y tiene a todos los jugadores disponibles a excepción de Karim Benzema, cuya recuperación va por buen camino. En la Copa del Rey, eso sí, el Athletic Club se comió a los blancos en un partido monocolor. Y precisamente esta derrota acrecentó y revivió una nube de dudas que volaba por la cabeza de los madridistas esta temporada.

Carlo Ancelotti en un partido de liga esta temporada. Imagen: Peakpx

A finales de mayo, Zinedine Zidane soltaba de la mano al Real Madrid, club con el que había formado una simbiosis excelente a nivel de títulos pero limitada en lo sentimental. Así lo hizo ver el francés mediante una carta a la entidad. Florentino se puso manos a la obra y trajo a Carlo Ancelotti, un hombre tranquilo cuyo palmarés habla por sí solo. El madridismo, eso sí, fruncía el ceño como les enseñó su entrenador en la turbulenta pero fructífera etapa en la que dirigió al conjunto blanco (2013–15). ¿Qué propuesta tenía el italiano a día de hoy? ¿No llevaba demasiado tiempo dejándose llevar por equipos de un nivel inferior? No ganaba un título desde 2017 (Supercopa alemana con el FC Bayern) y aterrizaba en un club cuya premisa es tocar metal. ¿Saldría bien?

En la vida, el tiempo suele dictar sentencia. Aunque en el fútbol, el tiempo es mágico: cuando se gana, es fugaz; cuando se pierde, es eterno. Entre finales de septiembre y finales de octubre, el Real Madrid consiguió 5 puntos de 12 en liga (3 GF y 3 GC), mientras que un mes después, los blancos ganaron a Sevilla, Athletic Club, Real Sociedad, Inter y Atlético de Madrid de manera consecutiva (9 GF y 1 GC). Ancelotti pasó de ser un entrenador anticuado a ser el entrenador ideal para este equipo. Pero, ¿cuál es la realidad? Lo curioso es que esta temporada el Real Madrid sufre en contextos en los que disfrutaba con Zidane al mando. En partidos contra el Athletic Club, el Sevilla o incluso el Alcoyano, el equipo era incapaz de salir de la presión alta, cualidad que caracterizaba al Real Madrid 2019–21. Pero también ocurre a la inversa. Vinicius Jr. y Benzema piensan y ejecutan con una simpleza y genialidad digna de dos mejores amigos. Como una pareja que compite en el Dakar, actúan en milésimas de segundo con una compenetración inexistente hasta la fecha. Este desborde y, sobre todo, esta eficacia en el remate es lo que le faltaba al equipo el año pasado. Pero las buenas noticias no se eligen, se aceptan. Y los jugadores del Real Madrid, eso sí, han entendido a la perfección quiénes son los elegidos esta temporada.

Vini Jr. y Benzema celebrando un gol frente al FC Barcelona. Imagen: ESPN

Carlo Ancelotti destaca por ser un entrenador versátil, que se siente cómodo observando a sus futbolistas y entendiendo qué les debe dar desde su posición de líder calmado. Pero esta temporada se ha encontrado con un pastel curioso. Sergio Ramos y Raphael Varane abandonan el club (les sustituyen Alaba y Vallejo), jugadores como Marcelo, Isco o Bale estiran su contrato tanto como cualquiera de los chicles con los que disfruta el técnico italiano; los jugadores jóvenes cada día pisan más fuerte, como es el caso de Vinicius, Rodrygo o Valverde; y los pesos pesados, que sufren el inexorable paso del tiempo, aunque sin perder un ápice de su calidad. Por no hablar de Kylian Mbbapé, que terminó quedándose en París vigilando el tictac de su contrato. Pese a esto, el exentrenador del Everton decidió darle un bocado al pastel. Lo probó y se amoldó a los contextos, tanto al de su equipo como al de sus rivales.

El aspecto más positivo del Real Madrid es, a mi modo de ver, su capacidad para adaptarse a las circunstancias. Le hemos visto contragolpear a la perfección, como contra el Barcelona; sufrir atrás y acabar ganando, como contra el Inter en el Meazza; llevar la iniciativa desde el inicio, como contra el Valencia; o superar bien la presión desde atrás, como contra el Atlético de Madrid. El único debe, quizá, reside a la hora de atacar a los rivales que se encierran atrás (0–0 vs Osasuna y Cádiz, 2–2 vs Elche, 1–0 vs Getafe), una dificultad bastante común para los equipos de élite.

Pero, a pesar de los buenos resultados, este equipo no suena tan bien como muchos aficionados querrían. El rock n’roll que tanto gusta en Europa está lejos de Chamartín. A Ancelotti no le chifla la posesión y tampoco sueña con la presión alta. Los madridistas digitales, en cambio, manifiestan por redes sus deseos de cambio. Miran con envidia sana a los Nagelsmann, Klopp y cía, entrenadores cuya cultura y filosofía parecen liderar la sociedad futbolística actual. Se da, por tanto, una especie de dilema. Ancelotti podría intentar crear un proyecto de fútbol ofensivo, con piernas frescas para presionar desde el minuto 1, con jugadores que miren hacia adelante y con una defensa que se sienta cómoda corriendo hacia atrás (esto último ya lo tiene), o intentar ganar a corto plazo aprovechando las virtudes de sus futbolistas y dejando a un lado el tipo de fútbol que más espectáculo genere. Un debate díficil que siempre ha existido y que nunca desaparecerá.

Jugadores del Real Madrid festejando el 0–1 en el Giuseppe Meazza. Imagen: Caracol Radio

De todos modos, es posible que lo único en lo que esté pensando el técnico transalpino sea en sobrevivir. Sobrevivir en el club más exigente del mundo. Sobrevivir para redimirse de su última temporada en el equipo. Puede que Ancelotti no rote porque, de hacerlo, se verían las verdaderas carencias de esta plantilla. Puede que Carlo busque asegurar la liga rápido con sus mejores jugadores para, luego, pelear por su competición fetiche, la Champions League, hasta el final. También puede que se cuestione, como nosotros, qué es jugar bien y qué es jugar mal. Tal vez Ancelotti sea un hombre de pocas palabras y de muchos chicles, que se comunica con la mirada y que trata a sus futbolistas como aquel coleccionista que cuida sus vitolas de puro. Puede que Carletto, simplemente, tenga la pócima secreta de este equipo y no quiera revelarla. No pasa nada, está en su derecho. Pero Europa, eso sí, será la encargada de comprobar si el Real Madrid pagará cara su piel camaleónica o si, por el contrario, seguirá abrazando a su torneo con la inmortal máscara de la filosofía de juego.

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